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SOSTENIENDO EL NEGOCIO AGROPECUARIO

  • Foto del escritor: Sebastián Valdés
    Sebastián Valdés
  • 5 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

Revista El Campo - El Mercurio

5 de Octubre 2020 - Pagina 18

En agosto del año 2011 escuché hablar por primera vez de las B Corps, empresas cuyo fin único no es el obtener una rentabilidad adecuada sobre el patrimonio invertido por los accionistas, sino que reconocen también que para su funcionamiento es necesaria una inversión social y medioambiental que no está reflejada en los libros, y que por lo tanto merece una rentabilidad social y medio ambiental acorde. Por ende, así como una empresa que no es capaz de rentabilizar su patrimonio adecuadamante no es financieramente sostenible, si no es capaz de rentabilizar social y medioambientalmente su inversión tampoco es sostenible.


El año 2011 no veía que ambos usos de la palabra sostenibilidad tuvieran tanto que ver.


Si la industria agropecuaria fuese una empresa, tendría el activo social y medioambiental más grande de nuestro planeta, y por lo tanto la obligación de generar el mayor retorno social y medioambiental para ser sostenible. La industria agropecuaria es la más extensiva en tierras y suelos, la mayor consumidora de agua, y el mayor contratador de mano de obra no calificada a nivel global.


Por siglos el activo social y medioambiental de la industria agropecuaria fue utilizado para generar exclusivamente rentabilidad privada, y en paralelo la historia fue testiga de la esclavitud en los campos, la deforestación masiva, la erosión de los suelos, la contaminación de las aguas, y la polución del aire producida por la misma actividad. Pero la contabilidad es clara en sus reglas, y donde hay haberes, hay deberes también, sólo que por siglos los libros contables de la ética social y medioambiental estuvieron perdidos. Esos activos sociales y medioambientales que generan ganancias privadas también tienen como contraparte pasivos sociales y medioambientales, que exigen intereses, que exigen atención. Al parecer esta generación encontró esos libros y hay pérdidas acumuladas en los registros.

El control y la evaluación de la gestión agropecuaria debe incluir los efectos netos sociales y medioambientales, positivos o negativos, porque simplemente es lo correcto, porque hoy no se puede ser neutro al cambio climático, o indiferente a los fenómenos sociales, o porque simplemente es el consumidor el que con cada vez más fuerza lo está exigiendo. Elija su opción.


Una empresa sostenible se preocupa básicamente de cinco grandes grupos de beneficiarios de la sociedad: Sus trabajadores, la comunidad local donde opera, los grupos subrepresentados o minorías, los proveedores desfavorecidos de su cadena de suministro, y sus clientes. Por el lado del medioambiente, la empresa sostenible se preocupa del agua, la tierra, el aire y los seres vivos que afecta.


La empresa sostenible actúa a través de sí misma, de sus proveedores, o de la misma comunidad que afecta, transformándose todos en benefactores de la sostenibilidad. Las empresas inician su camino simplemente con la decisión de ser sostenibles en forma integral (financieramente, social y medioambientalmente), luego controlan y monitorean sus avances, redactan procedimientos, políticas, y finalmente incluyen su compromiso con la sociedad y el ecosistema en su misión, e inclusive en sus estatutos legales.


La acción sostenible busca generar actividad económica de alto estándar ético, entregando al cliente final productos y servicios de calidad, sin efectos secundarios no deseados.

A nivel social la empresa sostenible entrega beneficios y genera impacto económico positivo en la comunidad local y en sus trabajadores. Otorga igualdad de oportunidades laborales sin ningún tipo de discriminación de raza, género, orientación sexual, nivel socioeconómico, o de cualquier otra clase. Elimina o reduce la precariedad laboral para sus trabajadores, la inequidad salarial, y el riesgo de daño físico y moral. También busca reducir la asimetría de poder de negociación entre la administración y los trabajadores.


En la industria agropecuaria todavía existen prácticas que precarizan el trabajo, como la contratación informal, o el pago de leyes sociales por el salario mínimo; existen también prácticas deficientes para la mitigación de riesgos físicos, especialmente en el manejo de agroquímicos, y ciertamente discriminación negativa salarial por raza y género.


A nivel medioambiental la empresa sostenible busca constantemente eliminar o reducir la contaminación ambiental que genera, y cuando no puede, intenta compensarla. Así mismo, busca racionalizar el uso de toda clase de recursos naturales, especialmente los no renovables.


Hoy la industria agropecuaria es la gran generadora de gases de efecto invernadero (GEI) a través de la deforestación y la erosión de suelos, la liberación de metano en la ganadería y en los cultivos de arroz, la emisión de óxido nitroso en el uso de fertilizantes, o el uso de combustibles fósiles en la operación y distribución. Así mismo, la actividad agrícola está bajo cuestión por su alto consumo de agua en la producción de agroalimentos, desde un kilo de verduras (300 litros) a un kilo de carne de vacuno (15.000 litros), especialmente en aquellas áreas donde compite por el recurso para consumo humano. Las malas prácticas de la agricultura en el uso de agroquímicos y manejo de residuos han alterado también la biodiversidad en muchas áreas sensibles, provocando serios daños al ecosistema.


La industria agropecuaria es apuntada como una de las grandes responsables del cambio climático, y hay muchos que votan por tomar medidas extremas en su contra para revertir la situación, entre ellas, reducir o eliminar el comercio internacional de productos agropecuarios.


El sector agropecuario se caracteriza por ser reactivo, pero las tendencias de hoy son exponenciales y no se pueden abordar con medidas lineales, por lo que es necesario anticiparse. Ya hay varias empresas que están sirviendo de punta de lanza y han redefinido su definición de éxito, entendiendo que para poder “sostenerse” en el tiempo ya no basta sólo la rentabilidad financiera.


Desde agosto del 2011 se han certificado 179 empresas B en Chile, 15 en el sector agropecuario, 848 en Latinoamérica, 103 en el sector agropecuario. Sólo pregúntese qué están viendo ellos que usted no.

Por Sebastián Valdés Lutz


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